Cuál es el origen del
conflicto palestino-israelí?
Los judíos que habían sido expulsados de su
patria en el siglo 1 después de Cristo (Diáspora término
empleado para referirse al exilio judío fuera de la Tierra de Israel y la
posterior dispersión del pueblo judío por el mundo.), se encontraban repartidos
por el mundo. En la historia del pueblo de Israel,
luego de la división del reino de Salomón, las doce
tribus formaron dos reinos hebreos: Judá e Israel. La casa de Judá,
incorporó a la tribu de Benjamín, y ambas formaron la Casa de Judá. A ella en
la actualidad se la conoce como pueblo judío, localizándose tanto en Israel como
en otros ochenta países del mundo. Las diez tribus restantes estarían todas aún
dispersas pero sin haber logrado conservar sus raíces hebreas.
Desde el siglo XIX, el pueblo de Israel
comenzó a expresar el anhelo de crear un estado propio en Palestina, que era el
lugar que históricamente les había pertenecido. E1 2 de noviembre de 1917,
Inglaterra, que tenía el protectorado (semicolonización) sobre la región de
Palestina, se comprometió al establecimiento de un hogar judío en ella, ya que
desde hacía varios años que la región estaba siendo poblada por muchos hebreos
que se instalaron comprando tierras a los árabes.
Ya en 1916, Gran Bretaña y Francia, con el
apoyo de Rusia, acordaron en el pacto Sykes-Picot el reparto de las posesiones
del Imperio Otomano si ganaban la Primera Guerra Mundial. En él se estipulaba
que Palestina, Siria, Irak y Líbano estarían bajo la administración de ingleses
y franceses, pese las promesas que se habían hecho a los árabes de
independencia por levantarse contra los turcos. Tras ello, se firmó la llamada
'Declaración Balfour' de 1917, en la que el gobierno británico se comprometía a respaldar la creación de un hogar nacional
judío en Palestina. Es aquí cuando comenzó un gran éxodo de judíos europeos
hacia Palestina, que se dedicaron desde su llegada a comprar tierras a los árabes.
Tras la Primera Guerra Mundial, el acuerdo
Sykes-Picot se ejecutó y, por mandato de la Sociedad de Naciones, Palestina
pasa a estar bajo control de los ingleses. El gobierno de Londres se mostró
reacio a cumplir sus promesas de independencia a los árabes y, simultáneamente,
los judíos comenzaron a crear instituciones autónomas a modo de protoestado
Segunda guerra mundial.
Con la llegada en
Alemania de Adolf Hitler al poder, las migraciones de judíos hacia Palestina se
multiplicaron, lo que fue agravando la convivencia con los árabes palestinos,
dando lugar a fuertes disputas y revueltas entre ambos. Una vez acabada la
Segunda Guerra Mundial, y Después de los asesinatos cometidos por el nazismo
contra el pueblo judío, había un ambiente propicio para la creación del Estado
de Israel, Gran Bretaña decidió dejar en manos de la ONU el problema de
convivencia de ambas religiones. En 1947, la ONU decide que el Mandato
Británico de Palestina debe ser dividido en dos estados, uno judío y otro
árabe, y Jerusalén pasa a estar bajo mandato internacional. Esta decisión fue
aceptada por los israelíes (a los cuales se les otorgó el 55% del territorio)
pero no por los palestinos. Tras abandonar oficialmente los ingleses el
territorio palestino, el primer ministro israelí, David Ben-Gurión, declaró el
Estado de Israel en 1948. Al día siguiente, una coalición de países árabes (integrada
por Egipto, Siria, Transjordania, Líbano e Irak) que no aceptaban la resolución
y apoyaban a Palestina, comenzaron una guerra contra los judíos. Durante este
conflicto, Israel se hizo con el 77% del territorio y más de 700.000 palestinos
se convirtieron en refugiados en los países vecinos.
Guerra de los seis dias
En 1967, Egipto, que apoyaba la lucha
palestina, pide a la ONU (que tenía tropas desplegadas para interponerse entre
israelíes y egipcicios) que retire sus tropas de la Península del Sinaí,
frontera con Israel, y tras retirarse la ONU, Egipto comienza a colocar las
suyas. Por temor a sufrir una invasión egipcia, Israel atacó esta zona y
comenzó el enfrentamiento contra una coalición árabe formada por Egipto, Siria,
Irak y Jordania, conquistando durante la guerra los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania. Este hecho aumentó el
sentimiento nacionalista de los palestinos, dando lugar a una serie de
atentados, entre los que destaca los asesinatos de seis atletas israelíes en
los Juegos Olímpicos de Munich en 1972.
INTIFADA
En 1987, los palestinos comenzaron el levantamiento
denominado 'intifada', dedicándose a tirar piedras y otros objetos a las tropas
israelíes. Ésta duró hasta los acuerdos de Oslo de 1993, cuando los Palestinos
reconocieron al Estado de Israel y éstos a la Autoridad Nacional Palestina
(ANP). En esta 'intifada' murieron 1.470 palestinos y 271 israelíes.
Sin embargo, las tensiones continuaron, especialmente con la llegada al
gobierno del primer ministro israelí Ariel Sharon y el grupo palestino 'Hamás',
considerado un grupo terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. Desde
que 'Hamás' llegara al poder a Gaza en 2007, se niega a reconocer los acuerdos
logrados entre palestinos e israelíes, lo que dificulta las conversaciones de
paz, también fomentado por el bloqueo económico llevado a cabo por Israel a
Gaza tras la llegada de éstos al poder.
GUERRA DE GAZA
Así se llegó en 2008 a la guerra de Gaza, en la que 'Hamás'
lanzó cohetes desde la Franja a Israel y éstos bombardearon Gaza con el fin de
eliminar la base militar de Hamás. Esta ofensiva se saldó con 1.300 muertos,
5.000 heridos y unos 45.000 desplazados. En 2009, el actual primer ministro
israelí, Benjamin Netanyahu, ordenó la construcción de 1.600 casas en zonas ocupadas,
lo que provocó que Palestina se negara a reiniciar las conversaciones de paz
OPERACIÓN 'MARGEN PROTECTOR'
Desde entonces, el enfrentamiento más grave es la actual
operación 'Margen Protector', llevada a cabo por Israel tras haber sido
asesinado tres adolescentes judíos en Cisjordania y haber sido bombardeada con
cohetes por parte de Palestina tras el asesinato de un adolescente palestino.
Por ahora, hay más de 1.100 palestinos muertos y 6.470 heridos, mientras que
han fallecido 53 soldados israelíes y dos civiles
Desde que comenzara el conflicto en 1950, según
el sociólogo y economista alemán, Gunner Heinsohn, han perdido la vida unas
51.000 personas. Aunque según el Centro de Información israelí por los Derechos
Humanos en los Territorios Ocupados, 'Btselem', desde 1987 hasta antes del
inicio de la operación 'Margen Protector', han muerto 12.901 palestinos y 1.504
israelíes.
EL CORRESPONSAL DE MEDIO ORIENTE Y AFRICA"
El periodista argentino Pedro Brieger, recientemente
galardonado por segundo año consecutivo con el premio Martín Fierro por su
labor periodística en televisión, presentó en la 36ª edición de la Feria del
Libro de Buenos Aires su último libro: "El conflicto palestino-israelí.
100 preguntas y respuestas", publicado por Capital Intelectual, un trabajo
que busca profundizar las razones por las cuales siguen abiertas las heridas de
uno de los conflictos más complejos de la historia. Para ello, Brieger propone,
a través de una estructura de preguntas y respuestas, un repaso histórico, político
y religioso del tema, al que le ha dedicado varios años de estudio.
Hijo de padres judíos alemanes que escaparon del nazismo y se
refugiaron en la Argentina, Brieger vivió once años en Israel y conoce más de
media docena de países musulmanes. Estuvo en campos de refugiados palestinos y
participó de las manifestaciones de los '70 en Israel a favor de los derechos
del pueblo que desde la guerra de 1967 vive bajo ocupación militar. "No sé
cuál es la solución ni me parece que sirva que proponga una. Sólo sé que
mientras Cisjordania, Gaza y Jerusalén oriental sigan ocupadas no habrá
paz", sentenció el periodista en la presentación.
En su libro, el autor no busca un equilibrio forzado, sino
una mirada histórica a través de un lenguaje muy llano, de fácil lectura. Con
datos, mapas, citas de líderes y medios israelíes, Brieger reconstruye casi un
siglo de conflicto. Se trata de un excelente trabajo de investigación, en el
que el autor no solo analiza rigurosamente los hechos sino que fija
taxativamente su posición: el reconocimiento al derecho de ambos pueblos a
vivir en paz, en sendos Estados.
Tal vez por su condición de docente, Brieger logra que uno de
los méritos más visibles de la obra sea su carácter absolutamente claro y
didáctico, por lo que resulta fácilmente comprensible para el lector común.
Como anticipo de la obra, el autor aceptó proporcionar a El
Corresponsal las respuestas a 10 de las 100 peguntas presentes en su libro.
- ¿Por qué existe un conflicto entre palestinos e israelíes?
- El origen del problema radica en que hay dos pueblos en un
mismo territorio y ambos lo reclaman como propio. Los israelíes consideran que
les pertenece porque dicen que les ha sido legado por dios como figura en el
Antiguo Testamento y porque siempre hubo judíos. Los palestinos, por su parte,
dicen que les pertenece porque viven allí desde hace siglos.
Para los israelíes la creación del Estado de Israel
representa la respuesta a la persecución que han vivido los judíos a lo largo
de toda su historia y consideran que es la única garantía que tienen para que
no los persigan nunca más.
A los judíos europeos que tuvieron la idea de crear un Estado
judío en el siglo XIX no les interesó demasiado que en ese territorio hubiera
gente, porque su principal preocupación era resolver el problema de las
persecuciones contra los judíos. También hay que decir que –en sus comienzos–
sabían muy poco de lo que sucedía en el Medio Oriente, un mundo casi
desconocido para muchísimos europeos. Lo poco que se conocía provenía de los
testimonios de algunos aventureros que se animaban a viajar y luego escribían
novelas, o de historiadores que habían acompañado alguna incursión militar.
Por el otro lado, los árabes-palestinos tampoco sabían
demasiado de lo que pasaba en Europa ni de las persecuciones que sufrían los
judíos. Nunca formaron parte de las experiencias coloniales que ocuparon casi
todo el planeta (sino que las sufrieron) y a principios del siglo XX casi no
tenían acceso al conocimiento de ese mundo que les era ajeno y desconocido.
Miles de judíos comenzaron a llegar a Palestina con la idea
de construir un Estado sólo para judíos a fines del siglo XIX y principios del
XX. Cuando los árabes-palestinos percibieron que los judíos querían ese
territorio sólo para ellos trataron de impedirlo pero no lo lograron. En 1948
nació el Estado de Israel otorgándole una nueva identidad ciudadana a esos
judíos, que pasaron a ser conocidos como israelíes o judíos-israelíes.
La mayoría de los israelíes preferiría que no hubiera ningún
árabe en el territorio que reclaman como propio; pero están. Y la mayoría de
los árabes-palestinos preferiría que allí no hubiera ningún judío; pero están.
El conflicto persiste hasta el día de hoy porque no hay un
acuerdo sobre qué porción del territorio le corresponde a cada uno, o si pueden
compartirlo
- ¿Es lo mismo antisemitismo que antisionismo?
- Aunque algunos historiadores consideran que la definición
de antisemitismo debe utilizarse sólo para el odio y/o persecuciones contra
todos aquellos de origen semita, es comúnmente aceptado que se la entienda como
el odio hacia los judíos. El antisionismo, por definición, es la oposición
política a la ideología del sionismo. Hasta la creación del Estado de Israel en
1948, el antisionismo era patrimonio casi exclusivo de los judíos que no
consideraban que sus problemas históricos se resolverían por medio de la
creación de un Estado judío. Algunos consideraban que los judíos debían
integrarse y asimilarse en los países en los que vivían, perdiendo su identidad
particular y adoptando aquella de la mayoría que los rodeaba. Otros, desde
posiciones de izquierda, consideraban que el socialismo y la igualdad de los
pueblos eliminarían todo tipo de discriminación, también aquella contra los
judíos. Y también había religiosos que decían que había que esperar la llegada
del Mesías, pues sólo éste lograría la redención del pueblo judío.
Después de la creación del Estado de Israel estos conceptos
se mantuvieron desde lo ideológico, pero la expulsión de los palestinos en 1948
y la ocupación de Cisjordania y Gaza en 1967 aumentaron el rechazo a las
políticas de Israel en muchos sectores de izquierda. Sin embargo, no es menos
cierto que –en muchos casos– se diluyen las diferencias entre las críticas
hacia Israel y hacia los judíos en general. Las caricaturas sobre Israel
publicadas en numerosos diarios, especialmente árabes, retoman los estereotipos
clásicos del judío sátrapa “sediento de sangre” que intenta dominar al mundo,
tal como era retratado en los libros y panfletos antisemitas europeos a
principios del siglo XX. La línea que separa el antisionismo del antisemitismo
puede ser muy delgada en algunos casos, pero en otros es muy gruesa porque
representa ideas contrapuestas. La mayoría de las organizaciones de la
izquierda europea, por ejemplo, no permiten que grupos antisemitas –a los
cuales rechazan e incluso combaten– participen de sus manifestaciones contra
las políticas israelíes. Es incorrecto desde lo conceptual y teórico asimilar
el antisionismo al antisemitismo. Y tampoco se puede calificar como antisemita
a quien critique a Israel, la política israelí o incluso cuestione la
existencia misma del Estado de Israel porque piense que judíos y palestinos
deben vivir en un mismo Estado. Pero los gobiernos israelíes relacionan ambos
conceptos deliberadamente para confundir y descalificar las críticas hacia sus
políticas.
- ¿Cómo hicieron los judíos para ser mayoría en el territorio
de Palestina si eran una minoría?
- Un primer factor para tomar en cuenta es el apoyo recibido
de los británicos que controlaban Palestina y que –a pesar de sus oscilaciones–
siempre consideraron a los judíos como aliados que tenían enemigos en común,
tanto los árabes en la región como el nazismo en Europa.
La inmigración de miles de judíos que se escapaban del
nazismo fue fundamental para darle fuerza a un proyecto que a principios del
siglo XX era minoritario y marginal en el mundo judío en general y también en
Palestina. El proyecto fue tomando cuerpo a medida que más tierras pasaron a
manos judías, se expandieron las ciudades y se creó una infraestructura estatal
paralela a las estructuras coloniales británicas. Se tomó como modelo a los
países capitalistas con gobierno, partidos políticos, ministerios de educación,
salud y trabajo, y una sólida estructura militar, entre otras cosas. Es lo que
en el lenguaje sionista se denominó como “el Estado que está en camino”
(Hamediná shebaderej). Mientras gobernaban los británicos se desarrolló una
estructura que ya tenía las funciones de un Estado, sin serlo. Por su parte, la
sociedad árabe era semifeudal y tenía una organización más elemental basada en
clanes familiares que rivalizaban entre sí. La falta de una sociedad civil
dinámica y organizada representó un obstáculo al momento de impedir el
desarrollo de la comunidad judía que también contaba con un importante apoyo
financiero de diferentes organizaciones judías en el extranjero. Además, a
medida que fueron comprando tierras u ocupando terrenos, fueron desplazando a
la población árabe. A raíz de la revuelta árabe de 1936, los británicos
comenzaron a vislumbrar la partición del territorio; percibían que el conflicto
entre las comunidades iba creciendo y que no lo podían controlar. En julio de
1937 una comisión especial dirigida por el funcionario Earl Peel hizo un
análisis de la situación y llegó a la conclusión de que no podía haber
convivencia entre judíos y árabes y que el proyecto de “Hogar Nacional judío”
no podía ser compartido entre ambos pueblos. El movimiento sionista, rápido de
reflejos, entendió que era importante fundar muchos poblados judíos pensando en
una futura partición. En poco tiempo y en lo que se conoció como la operación
“Jomá umigdal” (un muro y una torre) tomaron terrenos a lo largo y a lo ancho
de Palestina para sentar las bases de 52 nuevos asentamientos. Todo iba en el
mismo camino, convertirse en mayoría.
- ¿Por qué el Estado de Israel se define como un Estado
judío?
- El 14 de mayo de 1948, cuando los judíos declararon la
independencia del Estado de Israel, se leyó un documento que sintetizó la
vinculación del pueblo judío con la tierra donde nacía el nuevo Estado. Se
hacía referencia a que “Eretz Israel (la tierra de Israel) fue la cuna del
pueblo judío” donde “forjó su identidad espiritual, religiosa y nacional. Luego
de haber sido exiliado por la fuerza de su tierra, el pueblo le guardó
fidelidad durante toda su dispersión”.
En las escuelas israelíes se enseña que los judíos fueron
expulsados durante el período romano en el año 70 (d.C.), que el deseo de
restablecerse en su “patria ancestral” implica un derecho natural e histórico
sobre esa tierra sólo para los judíos y que después de dos mil años de exilio
un pueblo fiel a la idea del retorno logró su objetivo.
Como sucede con muchos movimientos nacionales, se construyó
un relato histórico mítico de continuidad –en este caso por parte de los
fundadores del sionismo (y luego del Estado)– para combinar aquellas historias
narradas en la Biblia de carácter religioso y mitológico con un pensamiento
nacional moderno. La reinvención del mito fundador (la historia bíblica) se
necesitaba para trazar una continuidad en el tiempo que conectara el exilio con
la historia moderna de persecuciones.
Para reforzar la identidad colectiva entre el Estado de
Israel y los judíos del mundo, en la Declaración de Independencia también se
dice que el Estado de Israel “permanecerá abierto a la inmigración judía”. Por
esta razón todo judío puede ir a vivir allí y recibir la ciudadanía israelí.
La definición de Israel como un Estado judío implica que le
pertenece a cualquiera que las autoridades definan como “judío”, viva dentro o
fuera del Estado. A su vez, por la negativa, ese Estado no les pertenece a los
“no judíos” (árabes) que representan un veinte por ciento de la población.
Esto tiene implicatorias en la vida cotidiana ya que existen
numerosos mecanismos para privilegiar al judío por sobre el árabe. Esto es así
en temas muy importantes como los derechos de residencia, de trabajo y de
igualdad frente a la ley. Un judío puede vivir donde quiere y abrir un negocio en
cualquier lugar sólo por ser judío; no así un “no judío”, que tampoco tiene
acceso a numerosos trabajos en diferentes organismos estatales. La definición
de Estado judío conlleva la problemática de la identidad de sus ciudadanos ya
que excluye a la minoría árabe que no es judía ni tiene conexión con la
historia mencionada.
- ¿Se puede decir que hubo limpieza étnica en Palestina?
- El concepto de limpieza étnica es un concepto relativamente
nuevo que comenzó a aplicarse a raíz de la guerra que provocó la fragmentación
de Yugoslavia en la década de los noventa. Durante esa guerra se perpetraron
masacres entre serbios, croatas y bosnios cuya finalidad era la de “limpiar” un
territorio de habitantes del otro grupo étnico para tener territorios
“homogéneamente puros”. El concepto en sí mismo implica la eliminación
sistemática o la expulsión forzada de una población por motivos religiosos,
étnicos o nacionales y ahora es considerado crimen de lesa humanidad. El
primero que introdujo el concepto de limpieza étnica para analizar el conflicto
palestino-israelí fue Ilan Pappe, uno de los llamados nuevos historiadores
israelíes. Pappe analizó lo sucedido en Yugoslavia y se preguntó si se lo podía
comparar con la expulsión de los palestinos. Según Pappe, inmediatamente
después de la partición de Palestina en noviembre de 1947 comenzó un proceso de
limpieza étnica por parte de las tropas judías que tuvo su máxima expresión en
lo que fue conocido como “Plan Dalet”, siendo dalet la cuarta letra del
abecedario hebreo. El investigador palestino Walid Khalidi ya había publicado
un análisis exhaustivo de dicho plan judío –de abril y mayo de 1948– explicando
que su objetivo era destruir todo vestigio de población árabe y expulsar a la
mayor cantidad posible de árabes. Pappe lo retoma y considera que el movimiento
sionista no sólo aprovechó la coyuntura del fin del Mandato británico y los
enfrentamientos entre las comunidades como una oportunidad única para
implementar el sueño de “desarabizar” la zona y crear un Estado exclusivamente
de judíos, sino que había un plan claramente orquestado para tal fin. Más allá
de los detalles militares Pappe sostiene que –amén de que existiera a o no un
plan– las tropas que llevaban adelante las masacres no necesitaban las órdenes
directas de las autoridades políticas para masacrar y expulsar al otro grupo
étnico (los palestinos), pues sabían lo que se esperaba que ellos hicieran
durante los combates. Según Pappe, las masacres que se van cometiendo son un
resultado directo del odio y la venganza, y todo el accionar de las fuerzas
judías se adapta a lo que ahora se define como limpieza étnica.
- ¿En qué situación se encuentran los palestinos que viven
dentro del Estado de Israel?
- Después de la creación del Estado de Israel quedaron dentro
de sus fronteras unos cien mil árabes (musulmanes y cristianos), en ese momento
cerca del quince por ciento de la población total. Fruto de la nueva realidad,
entre 1948 y 1967 perdieron casi todos los vínculos con los palestinos
expulsados. La mayoría de ellos vivían (y viven) en el norte, en los
alrededores de la ciudad cristiana de Nazareth y en el centro del país. Además,
en ciudades consideradas “mixtas”, de árabes y judíos como Haifa, Iafo (en
hebreo, Iaffa en árabe) o Aco (en hebreo, Akka en árabe), las tres sobre el mar
Mediterráneo. Si bien el nuevo Estado les otorgó la ciudadanía israelí, durante
casi veinte años, entre 1948 y 1966, vivieron bajo un estricto régimen militar
que les imponía todo tipo de restricciones, los convirtió en ciudadanos de
segunda categoría y les negó la identidad nacional árabe definiéndolos
solamente como musulmanes o cristianos. Esto motivó que el poeta Mahmoud
Darwish escribiera el poema denominado Documento de identidad para resaltar su
identidad árabe que le negaban en el registro civil. Con el tiempo este poema
se convirtió en símbolo de lucha por la recuperación de la identidad de todos
los palestinos.
Tomando en cuenta las aspiraciones del sionismo respecto de
un Estado solamente de judíos, en los años sesenta comenzó un plan de
“judeizar” aquellas zonas adonde había una mayoría árabe. Con ese fin se
expropiaron tierras de muchas aldeas y ciudades árabes para construir
localidades que fueran habitadas sólo por judíos. El 30 de marzo de 1976 hubo
una huelga general de la población árabe conocida como “el día de la tierra”,
dirigida contra dichas expropiaciones. La protesta fue reprimida violentamente
provocando la muerte de seis jóvenes pero se convirtió en un ícono de la
recuperación de la identidad y la conciencia palestina de la propia población
árabe dentro del Estado que hasta esa época se definía como “árabe-israelí”.
Hoy también ellos se consideran parte integral del pueblo palestino aunque no
hayan conocido la dispersión y el exilio. En muchas oportunidades, políticos israelíes,
como Benjamín Netanyahu, han dicho que esta población encarna una “amenaza
demográfica” para que Israel continúe siendo un Estado judío y otros han
propuesto abiertamente expulsarlos del país.
Hoy representan cerca del veinte por ciento de la población y
según los informes de la Asociación por la Igualdad Civil en Israel (Sikkuy)
son abiertamente discriminados. Incluso en la mayoría de los portales de los
ministerios en internet se los ignora porque no aparece nada escrito en árabe a
pesar de que es un idioma oficial del Estado.
- ¿Es verdad que en el año 2000 los israelíes le ofrecieron a
Arafat un Estado palestino y no aceptó?
- Los Acuerdos de Oslo de 1993 fueron languideciendo por
varios motivos, entre otros por el asesinato del primer ministro Rabin, la
ampliación de los asentamientos, los atentados terroristas de Hamas en
territorio israelí, y el nuevo acceso al poder de la derecha en Israel en 1996,
que congeló prácticamente todas las negociaciones. En 1999 volvió al poder el
Laborismo de la mano de Ehud Barak, que propuso retomar el diálogo con los
palestinos. Barak se encontró con Arafat, aunque desde un primer momento aclaró
que Jerusalén no sería dividida nuevamente (como exigían los palestinos) y que
no acabaría con los asentamientos. En julio de 2000, en Camp David (Estados
Unidos) y con la mediación directa del presidente Bill Clinton se buscó otra
vez una forma de acuerdo.
Allí se debatieron concretamente cuatro temas: la posible
creación de un Estado palestino, el futuro de Jerusalén, si desmantelar o dejar
los asentamientos y cómo resolver el tema de los refugiados palestinos.
Barak avanzó con algunas propuestas superadoras de aquellas
planteadas por Rabin en 1993, que incluían un retiro muy amplio de Cisjordania
y la Franja de Gaza, sin desmantelar todos los asentamientos, ni permitir el
retorno de los refugiados; y segmentando de tal manera el territorio del futuro
Estado que lo hacía inviable. Respecto de Jerusalén, le propuso a Arafat el
control sólo de algunos barrios de la parte oriental y que renombraran al
poblado de Abu Dis, en las afueras de la ciudad, como su capital. Arafat no
podía aceptar la propuesta. Además, estaba presionado por el constante
crecimiento de Hamas que decía que los Acuerdos de Paz nunca llevarían a la creación
de un Estado palestino, y la realidad parecía darles la razón.
Tiempo después, Robert Malley, un estrecho colaborador de
Clinton en las negociaciones, reconoció que la Casa Blanca no había jugado el
rol de mediador sino de apoyo a Barak; que éste nunca presentó un mapa con
fronteras concretas y que mientras hablaba de retirarse de los territorios que
estaba negociando ampliaba los asentamientos como nadie en el pasado. En el
lapso de siete años de negociaciones la colonización había aumentado el 40 por ciento
en las tierras que Israel se había comprometido a abandonar en un plazo de
cinco años. Barak responsabilizó a Arafat del fracaso de las negociaciones.
Dijo que le habían hecho la mejor oferta de la historia y que éste la había
rechazado y que del lado palestino no había con quién hablar. Al poco tiempo
estalló la Segunda Intifada.
- ¿El conflicto palestino-israelí es religioso o nacional?
- El conflicto palestino-israelí comenzó claramente como un
enfrentamiento entre dos movimientos nacionales. Desde sus orígenes el sionismo
fue laico y aspiró a construir un Estado nacional, una patria para los judíos.
Los palestinos, influenciados por la lucha anticolonialista y las ideas
europeas, también utilizaron los conceptos de patria y nación, alejados del
pensamiento tradicional religioso que es anterior a la aparición de estas
definiciones modernas del siglo XIX.
Durante la lucha por la creación del Estado judío el discurso
sionista fue pragmático respecto del territorio en el que aspiraban construir
un Estado. No había lugares “santos” ni aquellos a los cuales no se podía
renunciar de ninguna manera por algún mandato bíblico. De la misma manera,
entre los palestinos, la tierra era sinónimo del lugar en el cual los
palestinos –musulmanes y cristianos por igual– habían vivido.
Esto cambió en 1967. La ocupación de Cisjordania y la Franja
de Gaza –y muy especialmente la de Jerusalén– produjo una modificación en el
discurso político israelí con una creciente influencia de los grupos
nacionalistas de extrema derecha que conjugaron nacionalismo y pensamiento
teológico. Los argumentos para no abandonar los territorios ocupados en la
guerra de 1967 dejaron de ser pragmáticos o políticos y comenzaron a ser de
orden divino. Cientos de rabinos de primer nivel, e influyentes en las
decisiones del Estado, decían que era un pecado resignar territorios de la
tierra de Israel que habían sido liberados de las manos de los “extranjeros”.
Se comenzó a utilizar mucho más la expresión “tierra de Israel” como algo
inmanente y se relegó el concepto de “territorios”, plausibles a ser
negociados. Por su parte, el mundo árabe se vio atravesado por una creciente
ola de movimientos islámicos que sostenían que los movimientos nacionalistas
habían fracasado en su intento por liberar Palestina porque habían abandonado
la fe y se habían entregado a las ideologías nacionalistas, ajenas al ser
musulmán. Hamas fue un emergente de este pensamiento y la liberación de
Palestina se entremezcló con la liberación de los lugares santos de Jerusalén del
poder de los judíos. El crecimiento en ambos lados del discurso
teológico-político que apela a las emociones y a conceptos divinos dificulta
aun más la negociación política.
- ¿Por qué palestinos e israelíes se acusan mutuamente de
prácticas terroristas?
- El concepto terrorismo es tan controvertido que ni siquiera
Naciones Unidas logra consensuar una definición que pueda ser aceptada por
todos los países. En líneas generales se puede decir que el objetivo del
terrorismo es el de sembrar pánico entre la población militar y civil del
enemigo, independientemente de la cantidad de muertes que una acción pueda
ocasionar. En esta definición tan amplia uno puede incluir el ataque a las
Torres Gemelas o las bombas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945, aunque
también es muy común escuchar que el terrorismo es el “arma de los pobres”, de
los que no tienen acceso al armamento de un ejército regular. Al carecer de
aviones, tanques o buques de guerra, un grupo insurgente suele recurrir a
elementos más precarios, más fáciles de obtener o fabricar.
En el caso concreto del conflicto palestino-israelí, colocar
una bomba en un mercado público como han hecho varios grupos palestinos con el
objetivo de matar la mayor cantidad posible de civiles -incluyendo mujeres o niños–
no escapa a la definición. A su vez, bombardear una ciudad desde un avión de
guerra israelí matando civiles y sembrando el pánico entre la población tampoco
logra eludirla. Lo complicado de la definición es que la palabra terrorismo
tiene una clara connotación negativa y nadie quiere hacerse cargo de ella. Las
acusaciones son mutuas y a veces pareciera existir una competencia en el conteo
de las víctimas. Casi nunca quien recurre a alguna forma de terrorismo reconoce
que lo practica y sus seguidores suelen encontrar una justificación para su
accionar, depositando la responsabilidad en lo que el enemigo ha hecho
previamente. Quien lo practica dice que los objetivos son nobles y las víctimas
justificadas. Los medios de comunicación juegan un papel muy importante al
momento de utilizar la palabra terrorismo. Durante la Segunda Guerra Mundial,
los guerrilleros italianos, franceses, yugoslavos o griegos que luchaban en
contra de la ocupación nazi eran calificados como terroristas por los alemanes.
Sin embargo, se los recuerda como los partisanos, y la canción Bella Ciao –que
es la exaltación a la muerte de un guerrillero por la libertad– se ha
convertido en símbolo de lucha contra el fascismo. Todo depende del ojo con que
se lo mire.
- ¿Será capaz Barack Obama de resolver el conflicto entre
palestinos e israelíes?
- Desde la desaparición de la Unión Soviética existe una
convicción de que sólo Estados Unidos puede lograr la paz entre israelíes y
palestinos. De manera contradictoria se considera que la primera potencia
mundial puede ser un mediador neutral y a su vez, al ser el principal aliado
del Estado de Israel, el único con capacidad de presionarlo para concretar la
paz con los palestinos. La política exterior norteamericana se ha caracterizado
por una alianza incondicional con Israel que ha atravesado gobiernos demócratas
y republicanos por igual. Las invasiones de Afganistán en 2001 y de Irak en
2003 llevadas adelante por el presidente George Bush, ampliamente rechazadas a
nivel planetario, tuvieron el efecto de ejercer una presión adicional sobre
Barack Obama al asumir el gobierno estadounidense. El mundo esperaba un
presidente diferente. Su oposición a la guerra en Irak y su discurso renovador
permitieron albergar esperanzas de cambio. Todos se preguntaban qué postura
asumiría respecto del conflicto palestino-israelí aunque en diferentes
conferencias no había ocultado su inclinación pro-israelí. Durante la invasión
israelí a la Franja de Gaza en diciembre de 2008 lo más notable fue su
silencio.
Una vez que asumió la presidencia viajó a El Cairo en junio
de 2009 y pronunció un discurso que fue muy comentado por augurar “un nuevo
comienzo para Estados Unidos y los musulmanes en el mundo”, utilizando un
lenguaje muy diferente al de su predecesor. Allí también se refirió al
conflicto palestino-israelí. En primer lugar y para que no quedaran dudas,
resaltó “los estrechos vínculos de Estados Unidos con Israel” y que “este
vínculo es inquebrantable”. Pero reconoció “que el pueblo palestino –musulmanes
y cristianos– también ha sufrido en la lucha por una patria” y criticó “las
humillaciones diarias, grandes y pequeñas, que surgen de la ocupación”.